¿Qué Hacer con los Regalos de tus Ex?

Soy un tipo de principios sencillos, pero cuando se trata de finales, soy todo o nada (eso sí, solo si soy yo quien da por terminada la historia, porque si me dejan, ruego por volver, ya lo saben bien quienes han tenido el “honor” de pisotear mi dignidad hasta hundirla más allá del Titanic).

Pero bueno, ese no es el tema.

Lo que realmente quiero compartir es que me he dado cuenta de algo curioso: muchas cosas que tengo en mi vida no son cortesía de mi trabajo ni de mi billetera. Son regalos, detalles, artículos que han quedado de mis intentos, mis opciones y mis reales relaciones. Cosas que, de alguna manera, he conservado como recuerdos de despedidas oportunas o repentinas. Son objetos que, en el fondo, parecen decir: “Gracias por intentarlo conmigo, aquí tienes tu premio de consolación.”

Pero seamos sinceros, solo guardo lo que realmente me sirve.

Así que cuando esas personas ya no están a mi lado, sigo usando sus regalos sin ningún cargo de conciencia. Tal vez es por eso que me enferma cuando alguien me da peluches, almohadas, cartas, o postales. Esos detallitos terminan directamente en la basura o, si me siento especialmente dramático, son destruidos con toda la furia de alguien que ha sido dejado por última vez.

Puede que mi casa cuente una historia, y estoy seguro de que la suya también lo hace. Esos detalles útiles se convierten en reliquias de nuestro historial sentimental. Si nuestros antepasados dejaron pinturas rupestres, mis relaciones dejaron camisetas que, afortunadamente, no invaden mi espacio personal, solo me facilitan la vida cuando tengo mucha ropa sucia.

Mi colección de artículos es como un pequeño museo de mi pasado, como ese portátil que aún conservo como trofeo porque la persona que me lo dio no quiso que se lo devolviera, y honestamente, el aparato ya ni siquiera prende.

Tengo claro que cualquier bien adquirido durante una relación es nuestro mientras la relación dura. Pero si termina y sigue en mi poder, simplemente es mío. Porque si me lo regalan, deben darlo por perdido. Así me lo enseñó mi santa madre, con su sabiduría infinita: “Lo que se regala, no se pide de vuelta.”

Por eso soy cuidadoso con lo que regalo, para no tener que arrepentirme después y quedarme extrañando algo que ya no me pertenece.

Aquí no solo se les instruye y entretiene, sino que también se les da una dosis de verdad, aunque duela un poco.

¡No Te Pierdas Nada!
Únete a Nuestro Boletín Semanal!

Recibe lo Mejor de MR.Blog Directamente en Tu Bandeja de Entrada