Cuando La Casa de Papel llegó a Netflix, nos cautivó con su intrigante premisa: un grupo de criminales llevando a cabo el atraco más ambicioso de la historia, todo planeado por un cerebro brillante. La mezcla de acción, suspenso y personajes complejos parecía prometer una historia inolvidable. Sin embargo, conforme avanzaron las temporadas, especialmente en la quinta, la serie perdió la magia que la hizo tan popular al principio. Lo que comenzó como un thriller prometedor se fue transformando en una sucesión de tópicos y situaciones inverosímiles que, más que mantener la tensión, la diluyeron hasta llegar a un desenlace algo decepcionante.
Lo que me gustó
Uno de los aspectos más destacables de la serie sigue siendo su calidad técnica. La dirección, la fotografía y la banda sonora son de alto nivel, algo que es evidente en cada capítulo. Además, las interpretaciones de los protagonistas, especialmente de Úrsula Corberó (Tokio) y Álvaro Morte (El Profesor), siguen siendo sobresalientes y aportan esa chispa necesaria para mantener el interés. Los personajes, a pesar de algunas decisiones cuestionables, continúan siendo un punto fuerte en la serie, con personalidades muy bien definidas que inicialmente hicieron que el público se encariñara con ellos. La primera temporada, en particular, tiene momentos de pura tensión que realmente enganchan.
Lo que me pareció un desacierto
Lo que empezó como un robo meticulosamente planeado y lleno de intriga, se fue desmoronando conforme avanzaban los episodios. A partir de la tercera temporada, la serie empieza a sumergirse en un mar de escenas inverosímiles y diálogos vacíos, especialmente en la quinta temporada, donde las situaciones más absurdas parecen salir de la nada. Los guionistas parecen haber confiado más en los giros dramáticos y los momentos épicos que en una narrativa coherente. Las relaciones amorosas entre los personajes, que comenzaron de forma interesante, rápidamente se convirtieron en un cliché romántico que robó espacio a la trama original.
Además, la serie pierde su realismo inicial. En lugar de mantener la tensión del robo y las intrincadas estrategias del Profesor, los personajes se convierten en casi caricaturas de sí mismos. La figura del Profesor, que antes parecía un genio estratégico, empieza a actuar de manera irreal, confiando en personas que constantemente arruinan sus planes. Los villanos, que en sus primeros momentos eran intimidantes, se desdibujan hasta convertirse en figuras menos amenazantes y más predecibles.
Mi Opinión
La Casa de Papel fue, sin duda, un fenómeno que marcó un antes y un después en las series españolas, pero su evolución no fue la que esperábamos. Aunque las primeras temporadas ofrecieron un ritmo entretenido y personajes carismáticos, la serie se fue desinflando a medida que los guionistas decidieron darle un giro hacia el drama y el romance, perdiendo la esencia que la hacía tan única. El final de la quinta temporada es un claro ejemplo de cómo una idea original puede caer en los tópicos más predecibles. Si bien la serie tiene momentos de calidad técnica y actores excepcionales, su falta de coherencia narrativa la deja muy lejos de lo que prometía en sus inicios. A final de cuentas le daria un 3,5 / 5. Me desinfló mal.