Cuando me preguntan cómo encuentro la fuerza de voluntad para entrenar a las 5 o 6 de la mañana, mi respuesta es simple: optimización del tiempo. Claro, un six-pack y unas piernas y un pecho envidiables serían bien recibidos, ¿A quién vamos a engañar? Pero al final, mi objetivo no es ser el ejemplo de un cuerpo perfecto. No tengo una competencia que ganar y tampoco me interesa vivir en el extremo de ser una persona fitness o fatness.
La vida es demasiado corta para tenerle miedo a una hamburguesa de vez en cuando, pero tambien de disfrutar de comida consciente. Mi filosofía en este momento de mi vida está en el equilibrio. Sí, quiero estar saludable y alcanzar mi mejor versión, pero también disfrutar de otra comida. No se trata solo de cómo se ve mi cuerpo, sino de cómo me siento en él. No quiero verme escultural muriendo de hambre o alimentándome como un competidor de alto rendimiento. Mi competencia soy yo mismo, no necesito ganarle a nadie, pero eso no quiere decir que no requiera esfuerzo.
La verdad es que la perspectiva de uno mismo es mucho más poderosa que los likes en redes sociales. La diferencia entre la imagen filtrada y la realidad frente al espejo puede ser desalentadora, y lo más bonito es encontrar un norte y trabajar para conseguirlo.
Por experiencia propia, te cuento que madrugar para entrenar tiene sus beneficios. No solo me ayuda a perder calorías y empezar el día con energía, sino que también optimiza mi tiempo. La gente que entrena temprano suele estar más enfocada y menos distraída, y eso me deja más tiempo para mis proyectos personales, como este blog. Es un ganar-ganar total.
Así que, si estás en el dilema de ser fitness o fatness, te animo a encontrar tu propio equilibrio. Entrenar puede ser una herramienta para mejorar tu vida, pero no debería definirla. ¡Es hora de disfrutar del viaje y entender que a la larga siempre debemos encontrar un balance!
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