El Tiempo que Tenemos

Fui a la premiere de El Tiempo que Tenemos y me encontré en una montaña rusa emocional desde el primer momento. Esta película, protagonizada por Florence Pugh y Andrew Garfield, es el equivalente cinematográfico a escuchar un disco doble de Coldplay en aleatorio. A lo largo de sus 107 minutos, cada pico dramático, cada momento festivo y cada situación romántica se entrelazan en una experiencia sensorial que, a pesar de su duración, se siente como un álbum conceptual.

Aspectos Positivos
Lo que más me impresionó fue la capacidad de Pugh y Garfield para dar vida a sus personajes con una intensidad y autenticidad que elevan la película. La trama se despliega en un formato casi “New Age”, donde las alegrías y los dramas se presentan sin un claro inicio o final, lo que le da un aire de autenticidad. La química entre ellos brilla y hace que su sufrimiento compartido se sienta casi soportable. Además, debo destacar el tratamiento del final: aunque es predecible, su ejecución evita el dramatismo excesivo, logrando un cierre que resuena de manera satisfactoria. La dirección y la fotografía también son puntos altos; cada plano está cargado de significado y las emociones fluyen de forma natural.

Aspectos Mejorables
Sin embargo, hay problemas notables en esta propuesta. La estructura episódica dificulta la evolución dramática de los personajes. A medida que saltamos de un momento a otro, nos cuesta entender cómo estos personajes pasan de un punto A a un B claro, lo que puede hacer que se sientan estáticos. Además, el guion parece un recopilatorio de los «grandes éxitos» de una relación, lo que elimina esos pequeños momentos cotidianos que son vitales para la conexión emocional. La falta de escenas más mundanas, como un simple desayuno o una salida al cine, provoca que el ritmo se vuelva denso y que los momentos de humor pierdan su ligereza.

¿La Recomendación?
En resumen, El Tiempo que Tenemos es una experiencia cinematográfica que deja una sensación agridulce. A pesar de sus altibajos, es un festín visual y emocional gracias a sus protagonistas. Aunque su estructura episódica y la falta de momentos cotidianos lo convierten en una montaña rusa emocional, sigue siendo entretenido y ofrece giros narrativos que mantienen el interés. Definitivamente, vale la pena verla, especialmente si buscas una historia que te envuelva y te haga reflexionar sobre la complejidad del amor. Le doy un 3,5/5, porque aunque podría haber alcanzado mayores alturas con un guion más equilibrado, la habilidad de sus protagonistas para navegar por la complejidad de su relación es innegable.