Volver a ver a Betty la fea en la pantalla era algo que muchos de nosotros, quienes crecimos con la serie original, esperábamos con ansias. Sin embargo, después de ver los 10 episodios de esta nueva temporada en Amazon Prime, me quedé con sentimientos encontrados. Aunque la serie hace un esfuerzo notable por capturar la nostalgia de los fanáticos y atraer a nuevas audiencias, hay aspectos que simplemente no lograron el impacto que esperaba.
¿De Qué Va la Nueva Temporada?
La historia de Betty la fea siempre giró en torno a la percepción de la belleza y la aceptación personal, pero los tiempos han cambiado, y con ellos, la visión de lo que significa ser «feo» o «bonito» en nuestra sociedad. Hoy en día, el concepto de belleza es mucho más diverso y fluido. Betty, en esta nueva entrega, deja de ser la «fea» para convertirse en una mujer hipster que perfectamente podría encajar en cualquier grupo social actual sin necesidad de ser discriminada. Esto, en cierto sentido, desdibuja el título de «fea» y le quita el peso que tuvo en la historia original.
Aspectos Positivos
A pesar de estas diferencias, hay elementos que merecen reconocimiento. Los personajes de Hugo Lombardi, interpretado por Julián Arango, y Sandra Patiño, la famosa «jirafa» interpretada por Marcela Posada, muestran una evolución que se siente auténtica y acorde con el tiempo que ha pasado desde la serie original. La actuación de Natalia Ramírez como Marcela Valencia también destaca, ya que su desarrollo se alinea bien con la época actual, mostrando una madurez y profundidad que enriquecen la trama.
Aspectos Mejorables
Sin embargo, no todo es perfecto. La elección de la producción de arte, con una estética que a veces recuerda más a una panadería de Chapinero que a una ambientación moderna, es desafortunada. Los escenarios y los colores usados no logran captar la esencia del entorno en el que se desarrolla la historia, y en lugar de sumarle al ambiente, distraen. Además, el intento de modernizar la serie trae consigo algunos errores. El uso excesivo de tecnología para atraer a un público más joven, incluyendo el uso desmedido de hashtags y la introducción de un robot maniquí que no aporta nada a la historia, resulta ser un desacierto. Estos elementos distraen en lugar de sumar, y la inclusión de estos gadgets digitales parece forzada y fuera de lugar. La narrativa también se siente atropellada en ocasiones, mezclando demasiados géneros, desde comedia hasta drama y temas jurídicos, sin encontrar un equilibrio que le permita destacar en ninguno de ellos.
¿La Recomendación?
En conclusión, esta nueva entrega de Betty la fea intenta darle un toque moderno a la historia, pero en muchos aspectos se queda corta. A pesar de mis críticas, hay momentos rescatables que valen la pena, especialmente para quienes, como yo, tienen un vínculo emocional con la serie original. Veré la siguiente temporada con la esperanza de que ajusten el rumbo y logren devolverle la magia que hizo de Betty la fea un ícono. Mi expectativa estaba alta, y aunque no se cumplió del todo, aún queda la posibilidad de que la serie mejore y recupere el encanto que tanto nos enamoró.
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