En medio de las decisiones de la vida, comprar un colchón puede parecer tan complicado como elegir a un presidente: abrumador, siempre con consecuencias a largo plazo y nunca tendrás la certeza de haber tomado la mejor decisión. Pero, la gran diferencia radica (a menos que seas la pareja del presidente o su amante) en que el colchón lo acompañará todas las noches durante los próximos años… o incluso décadas.
Tomar la decisión de comprar un colchón no es algo que se haga a la ligera. Es un paso fundamental en la adultez, un indicativo de que has dejado de ser un nómada del sofá y te has establecido en tu propio nido. Es el momento en que decides que ya no estás dispuesto a dormir en cualquier lado y que mereces un espacio que te brinde confort y descanso.
Comprar un colchón es toda una aventura. Puede sonar un poco exagerado, pero, honestamente, esto es más importante de lo que cualquiera podría pensar. Este rectángulo acolchado será tu compañero más íntimo, un testigo silencioso de tus noches de insomnio, de tus siestas secretas y, por supuesto, de tus maratones sexuales.
Todo comienza con el proceso de compra.
Quien no lo ha hecho, no sabe cómo se siente que lo miren con ojos de promesas de noches tranquilas y sueños reparadores. Los vendedores intentarán usar sus poderes síquicos para leer tus pensamientos sobre el nivel de firmeza y el material que necesitas, incluso si tú en el fondo ni lo sabes.
Es más, es posible que tú no entiendas en el idioma que hablan. ¿Es el látex, la espuma viscoelástica o los resortes lo que necesitas? ¿Deberías convertirte y probar ese colchón hinchable gigante compactado que parece una nube deshidratada en una bolsa y rezar?
Comprar un colchón es una odisea en sí misma. Los nombres son tan extravagantes que podrían estar en una película de ciencia ficción. ¡El colchón Galaxy Supremo Ultra Mega Comfort! ¿En serio? ¿O qué tal el Colchón Ninja del Sueño Profundo? Porque, honestamente, por fuera, se ven igual, pero los vendedores los diferencian a simple vista. Como mamá de gemelas idénticas. Ellos tienen sus técnicas, pero uno de comprador no.
¿Y qué pasa con los precios?
En el mundo de los colchones, el cielo es el límite. Desde el modesto colchón de espuma hasta el colchón de lujo que probablemente costaría más que tu primer carro. Porque sí, dormir cómodamente requiere el presupuesto de unas vacaciones en el Caribe durante siete noches y ocho días.
Pero, lejos de la extravagancia y las opciones abrumadoras, todos sabemos que la calidad de tu sueño es salud y bienestar, por eso terminas probando colchones como si fueras luchador de la WWE en el cuadrilátero. Pero, en el fondo, a medida que los pruebas, se hace más difícil la elección. Porque dentro de una vitrina, ante los ojos de un vendedor y algunos compradores, con los zapatos puestos, en realidad nunca estarás seguro de que te estás probando. Hasta que te lo lleves a casa y te des cuenta de que ese colchón, al igual que el presidente que elegiste, quizás no fue la mejor de tus decisiones.
Lo único que podría asegurarte cuando te enfrentes a esa difícil y trascendental decisión es que en un colchón, es de las pocas cosas en las cuales nunca se debe ser tacaño, de lo contrario te pesará todas tus noches.